jueves, 17 de enero de 2008

BREVE COMENTARIO A LA CLÁUSULA “SEXO SEGURO” DEL ACUERDO PRE-NUPCIAL ENTRE JENNIFER LÓPEZ Y BEN AFFLECK:

En una sociedad culturalmente cristiana como la de nuestro país, el matrimonio constituye uno de los actos más “sagrados” que existen. Con él, reflejamos el amor que uno puede sentir hacia su pareja y depositamos nuestra confianza en una relación que, pretendemos, será por toda la vida.

Pregunto, ¿Usted, señor lector, le exigiría a su esposa o esposo, como condición para casarse, tener sexo por lo menos cuatro veces por semana? Estoy seguro que, fuera de un grupo de libidinosos, la mayoría debe haber pensado que no; que cada uno es libre de elegir y que el sexo será una consecuencia del amor que se siente por el otro.

No obstante, hace algunos años este caso se dio en los Estados Unidos, en donde dos reconocidos personajes de la farándula tomaron este acuerdo antes de contraer matrimonio (seré sincero, no sé si llegaron a acordarlo, pero lo cierto es que no investigué demasiado porque mi cerebro no aguantó leer tanta tontería; sin embargo, creo que eso poco importa para el fin de este artículo y este blog).

En dicho contrato, Jennifer López le exigía a Ben Affleck, entre tantas otras cosas, tener sexo por lo menos cuatro veces por semana; caso contrario cabría una multa por una considerable suma de dinero. Resulta que ahora no se paga por tener sexo, sino por no tenerlo…

Lo más anecdótico de todo es que esto es algo que sucede en Estados Unidos, un país que a pesar de jactarse de tener una de las economías más poderosas del mundo y una de las sociedades más modernas, es también la nación de las estupideces jurídicas (indemnizaciones millonarias porque te quemaste con tu propio café, te tropezaste en el supermercado con tu propio hijo o calentaste un perro en el microondas).

No quiero entrar a discutir aquí sobre la libertad contractual y la capacidad de las personas de decidir sobre sus propias vidas. Probablemente Alfredo Bullard me diría, con su artículo sobre el alquiler de vientres en la mano, que la persona es libre de contratar sobre el tema que desee si es su voluntad. Debo decir que me considero partidario (con mis objeciones, por cierto) de su postura liberal, pero no pretendo sustentarla ni rebatirla.

El tema es otro. Estas líneas pretenden demostrar el nivel de estupidez al que pueden llegar los abogados estadounidenses con tal de meterse unos billetes al bolsillo. Me imagino la conversación entre Jennifer López y su abogado:

JL- “Me quiero casar, pero quiero saber cómo puedo sacarle más plata a mi esposo”.

Mr. Law- “Se me ocurren una serie de cláusulas absurdas que te darán mucho dinero, a pesar que destruirán la confianza que se debería generar en un matrimonio”.

JL- “A ver, dígame”

Mr. Law- “Es fácil, exíjale tener sexo muchas veces por semana, así, cuando él esté haciendo una película en Bangla Desh, le pagará un orto de plata semanalmente”. Probablemente el abogado habrá pensado mientras hablaba: “Qué bien, así puedo iniciar una discusión larga con la contraparte por cada una de las cláusulas absurdas y cargarle mis horas a ella”.

Imagínese Usted a dos abogados sentados en un directorio y discutiendo si es más conveniente en términos económicos y legales el tener sexo 4 o 5 veces por semana.

No cabe duda que a los abogados nos encanta hacer toda una discusión sobre lo más irrelevante que existe en el mundo del Derecho. Por eso se creó este espacio, con el fin de hablar de todas las tonterías que generan debates en nuestros salones de clase y que jamás aplicaremos a la realidad (a menos que seamos estadounidenses con tiempo libre).

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